Los lunares generalmente aparecen como pequeños puntos marrones oscuros y se producen por acumulación de melanina, células pigmentadas, en cualquier parte de nuestro cuerpo. Los lunares suelen aparecer entre la niñez y la adolescencia, teniendo de media entre 35-50.
Sin embargo, hay personas que tienen tendencia a presentar un mayor número de lunares, esto puede deberse a la genética, porque estén expuestos a una mayor radiación solar, porque se queman con facilidad, porque tienen la piel y ojos claros o porque son pelirrojos. Estas personas tienen que visitar al dermatólogo con frecuencia para revisar que sus lunares son benignos o por si presentan algunos nuevos.
Por otro lado, los lunares pueden cambiar de aspecto o desaparecer con el tiempo, ya que éstos también envejecen. Además, los característicos cambios hormonales sufridos durante la adolescencia y el embarazo pueden hacer que los lunares se vuelvan más oscuros y más grandes.
Aunque el controlar y revisar los lunares y manchas pigmentadas es fundamental para detectar el cáncer de piel, especialmente el melanoma maligno, la mayoría de los lunares son inocuos. En raros casos, se vuelven cancerosos.
Los cinco factores a tener en cuenta a la hora de saber si un lunar se ha convertido en melanoma es seguir la regla A-B-C-D-E.
- Asimetría, cuando la mitad del lunar es diferente a la otra.
- Bordes irregulares, desiguales o poco definidos.
- Coloración heterogénea, es decir, cuando el lunar presenta sombras marrones o negras e incluso manchas rosadas o rojizas.
- Diámetro, si el diámetro del lunar es mayor de 6 mm podría tratarse de un melanoma.
- Evolución, debes observar aquellos lunares que cambien de tamaño, forma color o altura, sobre todo si se ha vuelto de color negro. Ciertos lunares pueden evolucionar y mostrar nuevos signos y síntomas, como picor o sangrado.
La mejor manera de impedir la generación de cáncer de piel y que los lunares se vuelvan malignos, es evitar la exposición solar excesiva y usar crema fotoprotectora con factor de protección solar superior a 15.
Tanto los lunares presentes desde el nacimiento, nevus congénitos, de tamaño superior a 10 centímetros, como los nevus clínicamente atípicos, deben de ser revisados por un dermatólogo al menos una vez al año, o en caso de que presenten algún cambio en su forma, color o tamaño.
Por eso, no dudes en acudir a nuestra clínica para resolver todas tus dudas sobre este tema o ponerte en contacto con nosotros llamando al 985 208 407.
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